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El Proceso

Actualizado: 5 jul 2022

Yaelí Miranda Pech, egresada de la Universidad Autónoma de Chihuahua y docente en el Centro de Educación Artística "David Alfaro Siqueiros". Es apasionada por la literatura, lo podemos ver a través de su trabajo final de maestría, El kerigma revueltiano: un diálogo entre literatura y teología. En éste pone como base un escenario, donde la literatura toma una postura más técnica y su contraparte toma una más libre. En lo que me quiero centrar, es en su proceso de escritura, en cómo pudo ya no corregir y estar en paz con ella, creo que es lo que busca todo escritor.

Era un verano del 2016 cuando Yaelí se dio a la tarea de empezar a escribir su segunda tesis, en la cual quería reflejar su “yo” ensayístico, las ideas empezaron a volar, un sinfín de posibilidades. Pero cuando agarró el lápiz y como si estuviera en una especie de sueño sus manos la desobedecían. Se atascó. Por más que intentaba, las ideas quedaban cortas, consideró renunciar a su título o mejor tomar un descanso. Un día, mientras investigaba, se le ocurrió la increíble idea de escribir su tesis alrededor de la vida de José Revueltas, y ahí, empezó una nueva era, donde no dejó ni un segundo la idea, ahora sí estaba segura de ella, sabía lo que quería y nadie, por más gran escritor que fuera podría quitarle esa fe en sí misma. Así pasaron varios meses, consiguió apoyo de algunos docentes como el escritor Ransom, quien fue un pilar importante en el proceso de construcción e incluso le prestó varios libros para que ella empezara.

Primero quiso investigar y estar muy bien preparada, después empezar a escribir, para no decir algo incierto o contradecirse en algún punto. Luego de varios meses, encontró una técnica de escritura que le pareció favorable, sin embargo, no piensa sea el único ni el mejor, pero ése le dio el empujón que necesitaba para volver a abordar el largo camino que tenía en frente.

Pasaron cien páginas, y luego los problemas de tiempo empezaron, las horas estaban acabándose, también la paciencia, la tinta, el papel. Pero a pesar de eso, estuvo a tiempo de entregarlo todo, ella y el mundo estaba orgullosa de su tesis, “quizá no está perfecto, pero valió el esfuerzo y estoy orgullosa de mí”.

Al final del día, veo a una mujer reconocida por su esfuerzo, paciencia y comprensión, una mujer fuerte, responsable, amada, que no ha hecho nada más que bien en este mundo. La mujer que porta el nombre de Yaelí, se dedicó a la docencia, como quería de niña. Y a pesar de que sus habilidades de escritura son grandes, todavía tiene mucho que aprender. Pero yo creo que ella puede cambiar el mundo de la literatura.

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